Las mujeres indígenas y su panorama en la actualidad

Cuarto Trimestre
Boletin de Divulgación
Escrito por: Lic. Nicole Garrido Arcudia
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México es un país que tiene mucho que ofrecernos. Formamos parte del bloque de economías más importante del mundo, con mercados amplios y grandes empresas; participamos también dentro de los países con mayor extensión de territorio, a lo que se le suman nuestros hermosos paisajes, así como su gran biodiversidad. Nuestra basta cultura nos posiciona como una de las más brillantes en el mundo, llena de colores, tradiciones y gran historia. El nuestro es sin duda un país que destaca también por su gente, somos una comunidad multicultural; es tanta nuestra diversidad que sería difícil catalogarnos (como sucede en otros países) por dos o tres razas. Nosotros somos el resultado de años y años de culturas que vinieron a unirse para formar lo que somos hoy en día.

Aunque la tendencia poblacional en México se inclina a la urbanización dada la agitada modernización a la que nos hemos sometido gracias a la globalización y la apertura de mercados, conservamos grandes comunidades de población rural e indígena. Para el año 1950, según datos proporcionados por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en su censo poblacional, el 57 % de la población mexicana residía en áreas rurales. Opuesto al 43 % de la masa, misma que se localizaba en áreas urbanas.

Actualmente la población se divide, según lo enmarcado en el Censo Poblacional INEGI 2020, como 79 % dentro de la mancha urbana, mientras que apenas un 21% de la población en nuestro país yace en lo que se considera como áreas rurales. Éstas, ahora consideradas como poblaciones de minoría albergan en gran proporción a las poblaciones indígenas que permanecen activas en nuestra sociedad.

México es un país rico en población indígena, su visión de la vida ha forjado aquellas características que tanto nos distinguen en el mundo y que enamoran a propios y extraños. A través de sus creencias hemos forjado una cultura diversa, donde los colores no se hacen esperar, sin embargo, la falta de atención sus necesidades, la cultura apegada a la globalización y el racismo que ejercemos en nuestro día a día, los han llevado a ser poblaciones en estado de vulnerabilidad. Las comunidades indígenas han pasado de ser el motor cultural de México a micro comunidades alejadas de la escucha de nuestras instituciones.

Según los datos contenidos por el Sistema de Información Cultural (SIC), aquí habitan un total de 68 comunidades indígenas. Todas ellas diferentes en población y características, de estos grupos los Nahuas, Mayas y Zapotecas encabezan la lista con mayor cantidad de integrantes. Su distribución territorial se da principalmente en los estados de Oaxaca, Quintana Roo y Guerrero.

Entender los datos presentados anteriormente traen el siguiente tema a flote. Conocemos la discriminación a la que se somete a las comunidades antes mencionadas, pero ¿qué sucede cuando se nace mujer y además se es indígena? De acuerdo con los datos presentados por el Gobierno Federal, basados en la encuesta Intercensal de 2015, la población indígena comprendía el 10.1 % del total nacional.

Derivado de aquel número se estimaba que las mujeres enmarcaban alrededor de 6 millones 146 mil 179, lo que representaría un 51.1 % de aquella población. Un número bastante considerable pues se traduce en un 5 % de la población nacional. Nuestro gobierno reconoce, aunque se han dado cambios en pro de la mejoría y el bienestar social de este grupo poblacional, no se han podido cumplir las metas pactadas para la reducción de la brecha en el acceso a oportunidades o como mínimo, garantizar el respeto a los derechos de los pueblos indígenas.

Conocer el nivel de analfabetismo en nuestras comunidades da un sentido rápido de las condiciones de bienestar en ciertos grupos sociales. En el caso de México, la media nacional se encuentra en el 5.5 %, para los indígenas la situación se agrava colocándose por encima del 17 %. En el caso de las mujeres pertenecientes a este sector, en peores condiciones de alfabetización, un 22 % marca una razonable situación de precariedad educativa. Se habla de un 17 % aproximado de diferencia respecto de la media nacional. En este caso el gobierno ha fallado en garantizar que su población tenga la misma posibilidad de educarse sin importar condiciones como el sexo u otros factores demográficos.

En el ámbito laboral y la participación económica es necesario destacar que la situación preocupa tanto en las zonas urbanas como en las poblaciones más vulnerables. Las mujeres en la media nacional se involucran un 33.5 % en las actividades económicas de la comunidad, aportando una menor cantidad de ingreso, derivado de los roles y estigmas que nos sacuden incluso en la actualidad. Las mujeres indígenas ven estos estereotipos aún más cercanos y arraigados; ellas participan apenas en una cuarta parte de la economía, sumando un escaso 23.5 % del estadístico. A esto se le pueden sumar aún las tasas de trabajo no remunerado, estos índices preocupan a las instituciones pues, aunque se han buscado estrategias o planes que reduzcan el impacto de las condiciones sociales en aras de mejorar la equidad en las actividades del hogar, ni en comunidades indígenas ni zonas urbanas se ha cumplido aún el objetivo.

Es claro que como gobierno y en sociedad, hemos quedado mucho a deber a todos aquellos que nos dieron identidad. Sin embargo, el adeudo es mayor cuando se habla de aquellas que forman parte de dos grupos de minoría o más; el de las mujeres y el de las indígenas. Para ellas el acceder a las mismas oportunidades que cualquier hombre en México se vuelve el doble de complicado.



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